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  • Foto del escritorAnna-Emilia Hietanen

¿Por qué deberíamos fracasar más como docentes?



Hoy, el 13 de octubre se celebra el Día Internacional de fracaso. El festejo tuvo si origen en Finlandia en 2010 porla comunidad de empresas de la Universidad de Aalto en Helsinki. El objetivo de este día cambiar la idea que el fracaso es algo negativo e indeseable al que debemos temer.

El fracaso es muchas veces asociado con vergüenza. El miedo al fracaso hace que dejemos de pasar nuevas oportunidades y de retarnos a probar algo nuevo. No recordamos que nuestros errores nos ayudan a crecer y aprender. Cómo dijo el gran sir Ken Robinson: “Si no estás preparado para equivocarte, nunca llegarás a nada original”.


A pesar de que las equivocaciones pueden ayudarnos a aprender mucho, las escuelas e instituciones educativas no suelen a ser lugares en que el fracaso sea aceptado y menos aun fomentado. Muchas veces los sistemas para calificar al estudiando más bien castigan de lo que se considera como fracaso. Estudiantes que se equivocan en una respuesta pueden también llegar a ser objeto de burlas de sus compañeros y compañeras – y desafortunadamente, también a veces por parte de sus docentes.

En las escuelas deberíamos buscar a cambiar este patrón. Ver los fracasos como lo que son; pasos para el aprendizaje y crecimiento. Fracasar o equivocarse no debería causarnos vergüenza; a todas y todos nos pasa. Si compartimos en un ambiente de confianza y respeto nuestros fracasos, podemos todas y todos aprender algo nuevo. Podemos aprender por qué algo no funcionó o cómo hacerlo mejor, por ejemplo; o podemos aprender a ver las cosas de un punto de vista completamente diferente y darnos cuenta que lo que pareció como error, fue un importante descubrimiento. ¿Cuántas innovaciones científicas o artísticas, por ejemplo, no han surgido de fracasos?


Ambiente de confianza y respeto son las palabras clave aquí. Si no existen en nuestra aula, compartir al resto del grupo los errores de alguien puede tener efectos muy negativos. Podríamos hablar de los errores de una forma anónima, sin señalar a la persona que la cometió y hablar en tono positivo, modelando lo positivo que puede ser equivocarse. Pero sobre todo, como docentes tenemos que fracasar más. O compartir más nuestros propios fracasos, errores y equivocaciones. Así podemos modelar que no es necesario saber hacer todo desde principio, sino que el aprendizaje es un proceso y un camino no es derecho ni siempre fácil.

Si llegamos de una cultura escolar que enfatiza la posición de autoridad de las y los docentes, admitir nuestros errores puede parecer difícil. “¡Pero si voy a perder mi autoridad!” “¡No me van a respetar más!” En mi experiencia, cuando he compartido mis errores con mis estudiantes o con docentes a quienes estoy capacitando, no he perdido el respeto. Al contrario, mostrarme vulnerable ha ayudado a crear un ambiente en que otras personas también atreven a ser vulnerables y compartan más, y así todo el grupo, yo incluída, aprendemos más.

Y sí, puedo decir que como docente me he equivocado muchas veces. A veces en enseñar alguna tema cómo lo quería enseñar, a veces eligiendo un método de enseñanza que no funcionó, a veces olvidando algo que debería saber hasta en el mis sueños, a veces también en no tomar en cuenta algo importante, porque no “leí” el grupo en frente de mí correctamente. Y seguramente seguiré equivocandome, aunque siempre trato de hacer mi mejor esfuerzo. Pero también trataré de aprender de mis errores y compartirlos, cuando alguien más también pueda aprender de ellos.

Al final, quisiera recordar que las personas solemos aprender de nuestros fracasos y equivocaciones, aún cuando no se tratan públicamente. A veces aprendemos por nuestra cuenta cosas que nos sirvan y nos son útiles. Pero puede haber también otro tipo de aprendizajes, los más peligrosos: creencias limitantes que nos hacen pensar que nosotros somos un fracaso, que “nunca” vamos a tener éxito en nada. Y esas creencias limitantes son a veces muy difíciles de desaprender. Por eso, cómo docentes, cuando fallamos o nuestro estudiantes fallan, es bueno preguntarnos: ¿Cómo vamos a trabajar con los fracasos, para que el aprendizaje que llevemos sea empoderante y no limitante?

¿Cómo se han fracasado ustedes como docentes?

¡Feliz día de fracaso!


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